Tras la entrada masiva en Ceuta de migrantes, miles de ellos niños, que cruzaron la frontera para alcanzar tierras españolas, no son pocos los menores que están intentado volver ahora a su país de origen, arriesgando nuevamente su vida. Así lo muestran las imágenes que ha podido captar laSexta. En ellas se ve a un joven intentando regresar con mucha dificultad a Marruecos a través de un mar agitado y sin aceptar la ayuda de la Guardia Civil.
Un equipo de los Grupos Especiales de Actividades Subacuáticas (GEAS) fue avisado de que dos chicos habían saltado al agua con intención de retornar a Marruecos. Si bien uno de ellos ya habría alcanzado una playa de su país de origen, otro aún no lo había conseguido. El vídeo es impactante: este menor, equipado con una mochila blanca que probablemente estuviera usando como flotador, intenta avanzar con gran esfuerzo.
A él se aproximan miembros del GEAS con una lancha. Intentan rescatarle, pero el menor parece tener solo un objetivo: alcanzar la costa, algo que no le estaban permitiendo. Aunque uno de los agentes se acerca para hablar con él e intentar convencerle, él se niega a aceptar la ayuda e intenta por todos los medios continuar hasta pisar tierra marroquí. Las fuerzas le flaquean por momentos, ya que ha realizado un largo trayecto.
Este joven, como tantos otros que la pasada semana hicieron todo lo posible por llegar a Ceuta, saben lo que pasa en realidad: en Ceuta no estaba Cristiano Ronaldo, sino un Centro de Participación e Integración de Inmigrantes (CEPI); esto es, un centro de internamiento, o la miseria en la calle. Por esta razón, muchos de ellos están volviendo, grupos de chicos que han desistido en su intento de llegar a la península. Se les ha visto lanzarse al mar en grupos pequeños, haciendo el camino inverso al que realizaron días atrás.
Poco han podido hacer las fuerzas de seguridad más allá de vigilarlos de cerca para procurar que no se ahogaran ni corrieran peligro. Es un camino relativamente sencillo porque, una vez están en la playa de El Tarajal, en suelo español, sólo tienen que recorrer unos metros, alcanzar unas piedras y cruzar. Con la marea bajan, algunos han optado por hacerlo a la carrera y por la orilla, aunque cuando la marea ha subido también se ha visto a algunos, como el caso del menor mencionado anteriormente, lanzarse al agua. Al final, todos han llegado sin ningún tipo de incidente.
Los que quedan se esconden entre las rocas, cerca del muelle, porque allí no llegan las patrullas. También acampan en el monte: en cobijos hechos con sábanas, paredes levantadas con mantas. Buscan comida y bajan a la playa a darse una ducha. Allí se ha visto una especie de 'melé' por un bote de champú, porque les importa la higiene. Lavan y tienden la ropa al sol. Y, sobre todo, están en todo momento pendientes de la Policía, que siempre aparece. Tienen la mirada fija en, para ellos, un norte: España; para nosotros, un sur.
Ahora mismo sigue siendo imposible saber cuántos menores marroquíes siguen en Ceuta, pero sí se cree que se siguen contando por miles. Una semana después de esa entrada masiva siguen vagando por las calles. Se resisten a ser trasladados a cualquiera de los tres albergues destinados a ello. La falta de documentación dificulta los trámites para repatriarlos, aunque muchas familias siguen esforzándose por localizarles, difundiendo sus fotos y datos de contacto por redes sociales.
Otros jóvenes que reciben la ayuda de un teléfono para hablar con sus padres reciben una respuesta tajante de sus familiares: que se queden en Ceuta. Que aguanten, que se queden.