Aitor García, de 24 años, falleció por muerte cerebral después de que el Summa 112 se negara a enviar una UVI Móvil a su domicilio.
Durante la llamada telefónica, que su familia ha dado a conocer ahora, el propio Aitor y su madre manifestaron a los médicos que el joven se estaba "ahogando", pero el sanitario respondió que el chico respiraba perfectamente antes de colgar el teléfono.
La asfixia estaba causada por un trombo pulmonar no diagnosticado, y el joven pronto entró en parada cardiorrespiratoria. En ese estado permaneció 23 minutos. Cuando finalmente llegó la UVI Móvil, era demasiado tarde, Aitor había quedado prácticamente en muerte cerebral. El chico falleció unos días después a raíz de esta.
Sus padres, que denuncian la negligencia médica y piden una indemnización de 175.000 euros a la Comunidad de Madrid, aseguran que el joven también había acudido a Urgencias previamente. Fue el 24 de diciembre de 2017, día de Nochebuena, cuando Aitor fue al médico con un dolor en el costado y dificultad respiratoria.
"Le dijeron que era un dolor mecánico, porque mi hijo hacía mucho deporte. Le dieron un Nolotil y le mandaron a casa", ha explicado el padre del joven en una entrevista en Cuatro.
Apunta que Aitor llevaba un par de días sintiéndose mal y quejándose de un dolor en el costado. "La noche de antes de morir, Aitor no salió a correr y se quedó conmigo viendo una película. Después pasó lo que pasó".
Los padres de Aitor piden que "se cambien los protocolos" y se "humanice la atención" al paciente. Aitor, que medía 1.85 y pesaba 90 kilos, era un chico saludable, deportista, ingeniero de automoción, que no bebía ni fumaba, recordaron los padres para quienes la ambulancia debería activarse "en la primera llamada".
A su juicio, "Aitor hubiera sobrevivido, con secuelas sí, pero era un chico fuerte física y mentalmente", aseguró el padre.
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