"¿Por qué soy el mejor médico de aquí? Porque solo hay uno". Así bromea Guillermo Bernués mientras toma la tensión a un paciente, en uno de los siete pueblos del Pirineo aragonés que recorre cada día.

En la ciudad puede ser uno más, pero aquí, es 'El Médico'. Con 39 años de desempeño en su pequeño ambulatorio de Plan, una población de menos de 300 habitantes de Huesca, este profesional sanitario ha dedicado su vida a la Medicina de Familia en un entorno rural.

Por esta labor acaba de ser reconocido con la Cruz Sencilla de la Orden Civil del Ministerio de Sanidad. Un galardón que recibió -cuenta- con sorpresa y, después, "abrumado" al comprender realmente "la importancia de esta distinción".

Los médicos rurales como él se han convertido durante años en una pieza fundamental en las pequeñas poblaciones aisladas de las grandes ciudades, en la llamada España Vaciada, donde la mayoría de pacientes son, además, personas mayores.

"Siempre me ha gustado mucho la montaña. Estoy muy cómodo. Creo que es una manera buena de vivir", explica Bernués. Sin embargo, su profesión está en peligro de extinción: según el Consejo General de Colegios de Médicos, casi un 30% de los médicos rurales se jubilará en los próximos años.

"Necesitamos -igual que en la Medicina urbana, pero en lo rural este año empieza a ser dramático- más compañeros", advierte el facultativo. Y es que su presencia es vital en comunidades como la suya, donde ya es uno más en casa de sus vecinos.