Las bacterias cotidianas, aunque parezcan invisibles, las podemos encontrar en todas partes: las llaves, el móvil, el estropajo, el mando a distancia y el cepillo de dientes. Para comprobarlo, hemos llevado estos objetos al departamento de microbiología del Hospital Universitario de La Paz (Madrid). El proceso es el siguiente: se cogen los objetos, y según su forma y su tamaño, se pasa un bastoncillo sobre el elemento para coger una muestra o se pone directamente sobre la placa donde se realiza el cultivo.

Una vez tomadas las muestras y pasadas a las placas, esperamos unos días para ver el resultado. A simple vista todos ellos tienen bacterias en la placa de cultivo, pero la más evidente es la del estropajo. El estropajo que solemos usar para limpiar, es el más sucio, pero no es el más sorprendente. En las llaves se ha encontrado posible materia fecal. Lavarse bien las manos después de ir al baño es fundamental para no contaminar nuestras cosas.

Porque igual que en las llaves se puede encontrar flora fecal en el móvil también. "Hay gente que se lleva el móvil al baño y luego no se lava bien las manos o no es suficiente la higiene que hace y eso luego lo deposita y se queda en su móvil", comenta Julio García, portavoz de SEIMC y jefe de servicio de microbiología del Hospital La Paz. Aquí ya tenemos un primer consejo: hacer una buena higiene diaria.

La bacteria más común

En todos los elementos se puede observar una bacteria común. Y es que "la mayor parte son bacterias que provienen de la piel", según afirma García. Cabe destacar que nuestro cuerpo "está colonizado por bacterias", es decir, todo nuestro cuerpo está cubierto de bacterias. Pero las bacterias no son nuestras enemigas, incluso son imprescindibles para nuestra vida. "Perder las bacterias que tenemos en la piel es tan perjudicial como adquirir bacterias que pueden producir enfermedades. De manera que las bacterias también nos protegen", añade el microbiólogo de La Paz.

Lo que si que está claro es que hay que tener cuidado y revisar de vez en cuando cómo están nuestros objetos. Por ejemplo, el cepillo de dientes habría que cambiarlo cada tres o cuatro meses y mantenerlo destapado después de cada uso. "Si lo tapas o lo cierras, puedes favorecer incluso que crezcan más microorganismos porque ahí favoreces que las condiciones de humedad haga que puedan crecer más bacterias", comenta Guillermo Ruiz, facultativo especialista en microbiología clínica. Por tanto, segundo consejo: cambiar el cepillo de dientes cada tres o cuatro meses y dejarlo al aire.

Para evitar el exceso de bacterias, otras recomendaciones, según los expertos, sería bajar la tapa del váter, cambiar el estropajo cuando aparezca una capa "blanquecina o verdosa" por el uso que hacemos de este y desinfectar todas las cosas que utilizamos con frecuencia. Las llaves, el móvil o el mando se puede con una toallita hidroalcohólica o cualquier otro desinfectante.