Durante las próximas semanas, el vórtice polar podría experimentar un último calentamiento y, con él, la segunda quincena de abril podría ser más lluviosa y fría.

Así lo indican los datos meteorológicos, que muestran cómo se formaría un bloqueo sobre Groenlandia y el aire frío y las borrascas se verían obligadas a circular por latitudes más hacia el sur, como España.

Para entender este proceso, hay que atender a la atmósfera: esta está dividida en capas y, a partir de los 10 km de altura sobre los polos, está el denominado vórtice polar. Se trata de una circulación cerrada con aire frío en su interior, que solo tiene vida a finales de otoño, invierno y principios de primavera (en el resto de estaciones el sol incide sobre el polo y aire frío no se forma).

Numerosos estudios han demostrado que, en ocasiones, este vórtice es perturbado y tiene impacto en la capa atmosférica inmediatamente inferior, la troposfera. Es decir, donde estamos nosotros.

El cambio arranca en abril

De este modo, existen unos precursores, unas "pistas", que una vez que aparecen te adelantan que el vórtice polar va a ser perturbado. Es cierto que es más complicado que se origine a inicios de invierno, cuando los vientos de la zona son del oeste y, por tanto, la propagación de las ondas es efectiva.

Así, sabiendo la teoría, a 8 de abril se observa cómo en los próximos días aparecerán sobre el mapa estos precursores y cómo a mediados de mes aparecerían las consecuencias. Esas pistas son un anticiclón sobre los Montes Urales (Rusia) y una borrasca sobre las Islas Aleutianas (Alaska), a pesar de su lejanía son capaces de influir en el tiempo del resto del hemisferio norte (es lo que se conocen como 'teleconexiones').

Como consecuencia, de este movimiento de aire frío hacia el sur, la última quincena de abril podría ser más lluviosa y fría. No obstante, la incertidumbre también está sobre la mesa, por lo que aún hay que seguir la previsión de cerca.