Salimos de tapas por Sevilla. Y la tapa de rabo de toro que costaba 3 euros y medio ha subido a 4,5 euros y medio en el restaurante El Paseíllo. Y así con todo, como puedes comprobar en el vídeo: también la tapa de salmorejo ha subido un euro. Este mes de febrero hemos visto una subida histórica del IPC en los alimentos de un 16,6 %. Y lo hemos comprobado en la barra del bar.

En Madrid, misma situación. Entramos al restaurante Portomarín, en el barrio de Lavapiés y, tanto el pincho de tortilla, como el de morcilla, o el de calamares, han pasado de costar 2 euros y medio a costar 3 euros. Más ha subido en este restaurante la empanada: de 3,5 a 5 euros. Nos explican por qué: es laboriosa, casera, y su masa requiere de tiempo de amasado y de los calores, ahora más caros, del horno. Otor producto que ha subido en este establecimiento es la ración de croquetas, que pasa de 8,5 a 10,5 euros.

El consumidor tiene la misma sensación: ahora, salir de tapas con 10 euros en el bolsillo no cunde nada. Manuel Cobos, del restaurante El Paseíllo, nos dice que da para una tapa y dos cervezas. Pero el consumidor cree que no queda ahí la cosa porque, las raciones, además de encarecerse, han menguado de tamaño.

Hosteleros preguntados en Madrid, Sevilla, y en la cuna del pintxo, el casco viejo de San Sebastián, enumeran todas las materias primas que han subido: el pan, la carne, el pulpo, las hortalizas, el jamón y todos los ingredientes de las croquetas, desde la harina al aceite... Y, por supuesto, los suministros.

Marta García, gerente del restaurante Portomarín cuenta que de luz pagan un 50% más. Y que la factura de gas se ha encarecido un 70%. Las subidas, dicen, "no son para enriquecernos, sino para no perder dinero". Manuel Cobos coincide: "Si no subo, despediré gente, porque no llegamos". En San Sebastián los hosteleros nos cuentan que las subidas las hicieron en verano. Desde entonces, asegura que aguantan sin incrementar más los precios.

Buscando en nuestro archivo encontramos un ticket del 22 de octubre de 2019 del restaurante Munto. En él podemos leer que entonces, un txakolí y un pincho de bacalao nos costaron 5,40 euros: 1,90 € el txakolí, y 3,50 € el bacalao. Entramos hoy de nuevo al mismo restaurante, y la misma consumición nos cuesta 6,20 €. El txakolí ha subido 30 céntimos, y el pintxo de bacalao (eso sí, muy bien hecho, nos cuenta Manuel Gómez, dueño del restaurante) otros 50 céntimos. Son 80 céntimos en total y con 3 años y medio de diferencia. Un 15% de subida, pocos céntimos para el bolsillo, aunque los amantes de los pintxos nos dicen que se multiplican: porque pocas veces se va de pintxos en soledad, y menos veces aún se come solo uno.