En Semana Santa podemos pecar, gastronómicamente hablando, de muchísimas formas, porque estos días tenemos dulces para dar y tomar. Por ejemplo, son típicos los bartolillos que, además de huevo, llevan leche, harina, aceite y azúcar y que Ana Guerrero, propietaria de la pastelería de El Horno de San Onofre de Madrid, también rellena de crema pastelera.

Con esos mismos ingredientes, más manteca y vino, encontramos los pestiños que Guerrero fríe con aceite de oliva virgen, porque es más sana, asegura y porque "le da un sabor mucho más natural e intenso" y, con una fritura similar, ella cocina sus flores fritas, que elabora desde el carnaval hasta el final de la Semana Santa.

Es momento, además, de filloas, típicas de Galicia y de algunas zonas de Francia. Esta especie de crepe dulce es similar a los frisuelos de Asturias.

Uno de los más vendidos, sobre todo en la zona de Cataluña y Baleares, es la mona de Pascua con huevo cocido dentro. Lo inventaron los romanos para regalar, como muestra de afecto, y ese sigue siendo el espíritu de este bollo dulce que Paco Riquelme, propietario de la Pastelería Riquelme de Alcalá de Henares, elabora, también, con anís y vino blanco.

En el siglo XVIII los pasteleros dieron un paso más y transformaron la mona de los romanos en una mona de chocolate, que permite echarle todo tipo de imaginación. También con chocolate, Riquelme y otros pasteleros de Alcalá de Henares elaboran sus penitentes. Son pequeños cucuruchos bañados de chocolate y rellenos de chocolate, a los que, en ocasiones, le ponen, además, mermelada o crema de limón.

Así que, si decidimos permitírnoslas, opciones no faltan para estos días de vacaciones.