A un lado, los empleados del restaurante; al otro, un grupo de jóvenes, que suelen ir antes del cierre a pedir la comida que sobra. Sin embargo, ese día los camareros no se la dan. "Uno de ellos cogió la cartera de un trabajador. El encargado principal le pidió que se la devolviera y os daremos otra vez la comida. Y pasó lo que pasó", relata el propietario del 'Restaurante Salamanca', Javier Sánchez.

En mitad de la bronca, los camareros salen con palos y lo que parece un cuchillo. Entonces, aprenden una importante lección callejera: si sacas un arma en una pelea, más vale que estés dispuesto a usarla con contundencia. Porque si dudas, acabarán quitándotela y dándote con ella.

Pasa lo mismo con las sillas que usan los empleados, que en cuanto las lanzan se vuelven en su contra. Como el agresor más violento ahora tiene el palo que le ha quitado al encargado, los camareros deciden defenderse con sillas.

Nuevo error, porque el atacante ahora no sólo le da con el palo, sino que termina quitándole también la silla y dándole con ella. Él mas listo es el hombre que aparece en una bici. Se baja a ver qué pasa, pero cuando la bronca estalla, se larga. A veces huir puede ser lo mas valiente.