Lucía Pérez sólo tenía 16 años cuando su cuerpo apareció a las puertas de un hospital en Mar de Plata, Argentina. Había sido drogada y violada de una forma tan atroz que Lucía no resistió.
"La mataron de una manera tan horrenda que es indescriptible", afirmaba Guillermo Pérez, su padre.
Su caso provocó el primer paro de mujeres en Argentina, ahora sus agresores, tres hombres, han sido absueltos de los cargos de violación y asesinato. Argentina entera ha vuelto a salir a las calles. "Ocurre un poco lo que pasó con 'La Manada' en Pamplona, Lucía es una víctima culpable de lo que pasó y la Justicia reproduce esta idea y la argumenta", destaca Paula Rey, del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género.
Una sentencia que, cómo aquí, ha girado en torno a la idea del 'consentimiento', los jueces alegan que Lucía tuvo relaciones sexuales consentidas con uno de los acusados, que le vendió cocaína y la causa de la muerte fue una sobredosis.
"¿En qué medida Lucía pudo dar el consentimiento en el estado en el que estaba?", se pregunta Paula Rey.
Indignadas, hablan de 'doble vara' a la hora de juzgar a la víctima y a sus verdugos. Con Lucía, reconocen, no ha habido tope al relatar episodios de su vida privada. Los agresores, sin embargo, han estado mucho más protegidos y no creen que la culpable sea sólo la Justicia.
"Todos los estereotipos que reproducen estas sentencias todavía forman parte del imaginario social en España y Argentina", añade Rey.
Lucía ha muerto, ya no está, pero ellas se han hecho fuertes en todas partes y están dispuestas a recordar las veces que haga falta que los derechos de las mujeres también son derechos humanos.
Ahora lo denunciaría
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