A seis días de que arranque en Madrid la Cumbre del Clima más decisiva, Naciones Unidas ha otorgado un baño de realidad a la humanidad: con las medidas comprometidas que se están llevando contra el cambio climático en todos los lugares del mundo, el planeta está condenado a un calentamiento a final de siglo por encima de los 3ºC. Una temperatura muy por encima de los valores fijados y que muestra un horizonte catastrófico.

Por eso, expertos y científicos insisten en la importancia de tomas medidas mucho más ambiciosas si no queremos llegar a un punto de no retorno.

Coldplay ya lo ha hecho. El grupo musical, que acaba de estrenar disco tras cinco años inactivo, no volverá a realizar más giras hasta que sean sostenibles, es decir, sin plásticos de un solo uso y con energías renovables.

Ante la imposibilidad material de lograr que sus conciertos sean neutros en dióxido de carbono, la banda británica ya ha terminado su gira de presentación: concierto emitido por Internet en Jordania y otro en el Museo de Historia Natural de Londres. Así, evitarán emitir a la atmósfera las 270.000 toneladas de CO2 que llegaron en su última gira mundial.

Cifras similares a las de otra banda, U2, que busca "compensar" su huella, algo que para las asociaciones ecologistas no es suficiente. Según Javier Andaluz, coordinador de clima y energía de Ecologistas en Acción, "compensar" no sirve: "Podrán plantearse en un futuro cercano, pero en estos momentos es tan alto el volumen que la única respuesta posible es cortarlas".

Cada asistente a un macroconcierto genera cinco kilos de CO2 de media, es decir, en todo Reino Unido, cada año, la música en vivo genera 405.000 toneladas de gases invernadero.

¿Las soluciones? Energías renovables, consumo responsable, envases reutilizables y redimensionar los conciertos. Lo mismo ocurre con los deportes: un mundial de fútbol genera unas 3 millones de toneladas de CO2 que se podrían disminuir si se reorganizara la competición.