Las ruinas de Machu Picchu, en Perú, son uno de los destinos estrella entre los turistas de todo el mundo. Anualmente un millón y medio de visitantes acuden hasta el lugar. Sin embargo, en los últimos días se han producido protestas entre los propios turistas, que pese a hacer cola y aguardar pacientemente su turno para obtener el tíquet obligatorio que les permita hacer la visita, se han quedado sin éste. El motivo es la falta de aforo debido a la masificación de visitantes que sufre la joya del imperio inca.
Ante esta situación, que se ha repetido ya en otras ocasiones, el Gobierno peruano ha ampliado la capacidad y ha puesto a la venta más accesos para los turistas. Se trata de la segunda vez en menos de un mes que toma esta decisión pese a que la Unesco recomienda poner límites. Concretamente no más de 2.200 personas al día. Sin embargo son 5.000 los visitantes que acceden diariamente al monumento.
Batalla entre el turismo y la conservación del patrimonio
Esta situación se repite en otros lugares del planeta. Italia conoce bien el problema, que se ve especialmente agravado en Venecia. La ciudad de los canales se está preparando para controlar su aforo. Desde enero de 2023 será obligatorio reservar y pagar una entrada para visitar la ciudad veneciana. Por otro lado, la italiana costa de Cinque Terre sólo puede ser visitada por 5.000 turistas cada día para protegerla de las masificaciones.
En otro punto más lejano, en China, las limitaciones a su famosa y extensa muralla están en los 65.000 visitantes diarios. Y en España también se han limitado turísticamente otros lugares, como son las galleas islas Cíes. Tan sólo 1.800 privilegiados por día tienen la suerte de acceder a este paraíso.