El caso del joven es para el agente Wayne Ivey, alguacil de Brevard, en el centro-este de Florida, el caso más "raro y asqueroso" que le había sucedido en su trayectoria profesional.
El detenido Alexander Barter le había dado las gracias por impedirle saciar su "sed de sangre" ya que él era "incapaz" de frenar sus impulsos.
Barter colgó en Internet su deseo de "probar la necrofilia y el canibalismo y saber qué se sentía después de quitarle la vida a otra persona". Un agente descubrió su macabro plan e intentó entablar conversación con él.
El joven le aseguró, sin saber que era policía, que quería violar, matar y comerse a un niño lo antes posible, para saciar su "intensa sed de sangre". Además, aseguró que para él era sencillo deshacerse de los restos de la víctima, ya que vivía en un bosque.
El oficial siguió el macabro plan del detenido; le aseguró que viajaría hasta Texas para llevarle una niña con la que cumplir sus deseos. Así, fue detenido mientras daba las gracias a los agentes por haberle arrestado antes de hacer realidad sus fantasías.