Rebeca sube y baja a su hija en brazos cinco pisos cuatro veces al día y ya no puede más. Su hija Sheila padece espina bífida, tiene ocho años y pesa 35 kilos."Tengo que hacer un montón de paradas y dejarla en el suelo para poder descansar", cuenta la afectada.
El proyecto de poner un ascensor en el edificio está aparcado. Tienen hasta presupuesto y financiación. Si pagan en tres años, sería un coste de trescientos euros por vecino y si lo hacen en cinco años, descendería a unos doscientos euros.
En 2008 la mayoría de los vecinos estaba de acuerdo pero ahora muchos les dan la espalda. Son nueve vecinos y se oponen cinco alegando todos el elevado coste. "Hay gente que quiere y no puede, ese es el drama de cada día", lamenta un vecino.
La ley obliga a realizar obras de accesibilidad en edificios, siempre y cuando, las tres quintas partes del vecindario esté de acuerdo. La otra opción es que la afectada pague de su bolsillo ese ascensor y luego reclame si los vecinos se siguen oponiendo.