Lucas González toca su canción favorita, con su prótesis supergiz rasga las cuerdas de la guitarra mejor que con su mano mioeléctrica.

"Esta es más ligera y me permite ver la partitura", dice Lucas.

"La grandeza que tiene Lucas es que es un niño que va de menos a más, va por delante de otros niños con dos brazos", destaca Rubén González, profesor de guitarra eléctrica del pequeño.

Su hermano gemelo, Bruno, comparte afición con él y es un apoyo fundamental. "Han ido siempre a la par en todo, si Bruno se podía vestir, tú te vistes solo, si Bruno se duchaba solo, tú te duchabas solo. Le hemos pedido lo mismo que a su hermano", explica Judith Gómez, su madre.

A 400 kilómetros un grupo de voluntarios diseñaron e imprimieron en 3D el gadget de Lucas. "Una vez que tenemos el diseño creado, lo pasamos a la impresora y con ella sacamos el prototipo, se prueba y si les gusta y cuadra se lo llevan puesto", asegura Miguel Casares, voluntario del proyecto Supergiz Medialab

"Una mioeléctrica cuesta unos 20.000 euros, esta supergiz unos 300", añade Gómez.

Proyectos de investigación como este demuestran que la tecnología puede ser asequible para todos y eso suena de maravilla.