Sin consuelo, una madre se derrumba. Acaba de perder a su hijo de siete años. "No ayudan a los migrantes", lamenta.

Sabah, sudanesa, culpa a la Organización Internacional de las Migraciones de no hacer nada: "Sólo quiero volver a mi país y morir allí".

Lucharon contra el mar y la muerte durante siete horas hasta que unos pescadores los vieron y los rescataron. "Éramos 300 personas, empezó a entrar agua y mujeres y niños murieron", relata un joven.

Ahora han sido devueltos al país del que huían: Libia. Esperan a que los encierren en un centro de detención. 116 personas siguen desaparecidas, una cifra que hay que sumar al negro balance de la Organización Internacional de las Migraciones. Con ellos, en lo que va de 2019 cuentan ya casi 800 muertos.

La ruta central del Mediterráneo es la más mortífera: 542 migrantes han perdido la vida intentando llegar a Italia. 53 personas han muerto queriendo alcanzar Grecia y 204 han intentado llegar a España. Pero este último naufragio es la mayor tragedia de este 2019 en el Mediterráneo.