En el planeta tiramos 1.300 millones de toneladas de alimentos al año que no utilizamos. El 85% de la comida que tiramos ni siquiera la tocamos. La compramos y después termina en la basura, suponiendo un impacto económico y también medioambiental.
Algunos supermercados intentan combatir este desperdicio de alimentos rebajando sus productos al 50% cuando están a punto de caducar. Además, impulsan acciones para sensibilizar al consumidor y que compre sólo los productos que realmente va a utilizar. La fruta y la verdura son los alimentos que más acaban en el contenedor después de echarse a perder.
Hay otras estrategias para los ciudadanos, como una aplicación que puede reducir también el desperdicio de comida. El usuario cuelga la foto y una descripción del alimento que haya quedado su nevera o despensa y espera a que otra persona la adquiera.
El objetivo es que no acabe en la basura. Y si los productos ya se han echado a perder también hay remedio: a partir de ellos se pueden generar materiales bioplásticos que podrán utilizarse en la construcción, automoción o para embasar.
"La intención es que el residuo que genera la empresa vuelva otra vez a su mismo producto", explica Berta Gonzalvo, directora de investigación de AITIIP. Son métodos para evitar el despilfarro de alimentos.
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