Llegaron sólo minutos después de que se produjera el ataque terrorista en Barcelona y, desde el principio, supieron a lo que se enfrentaban. "Sabíamos que era un atentado y había que vaciar completamente La Rambla", explica Sergi Amposta, agente de la Guardia Urbana de Barcelona.

Trabajaron coordinados y sabiendo que la prioridad eran las víctimas. "Nuestra intervención inicial fue sanitaria", señala Rafael Álvarez, jefe de Unidad de Bomberos de Barcelona.

"Establecimos una orden de asistencia y de evacuación a los hospitales", explica Daniel Martínez, enfermero asistencial del Sistema de Emergencias Médicas. "Nos dedicamos a intentar que las ambulancias y los servicios sanitarios pudieran llegar", añade un agente.

Horas de trabajo y profesionalidad porque cuando se apagaron las luces "todo el estrés que has tenido de repente desaparece y llega la sensación de impacto", indica Rafael Álvarez. "Íbamos bajando y nos dábamos cuenta del horror", añade Sergio Durán, agente de Mossos d'Esquadra.

Se trata de personas para las que el 17 de agosto fue el peor día de su carrera profesional. "Ha sido el día en el que más se me ha exigido profesionalmente", asegura Daniel Martínez. "Podría decir 'ha pasado esto' y continuar con mi vida, pero no es así. Esto es algo que te acompaña siempre", señala Sergio Durán.

Pero un año después las lágrimas dan paso a la satisfacción por el trabajo bien hecho y la convicción de que lo dieron todo en el momento más difícil.