El temporal no ha perdonado a la Aldea del Rocío, que se ha convertido en un enorme barrizal. Los caminos están impracticables para los coches y, no digamos, para las carrozas. Las hermandades se han visto obligadas a cambiar la tierra por el asfalto y el abanico por el chubasquero.

En total 63 hermandades cambiarán su recorrido, y lo que más preocupa es el cruce por el Vado Del Quema, uno de los momentos más mágicos y simbólicos de El Rocío está en peligro por el barro y la crecida del río Guadiamar.

Complicado no echar la mirada atrás, el año pasado se tenían que refrescar y este con los Simpecados a resguardo, así que poco lucimiento de las hermandades pero alegría y fe tienen de sobra.