Mucho le tiene que gustar la clase de zumba acuático a un turista para seguirla con una intoxicación alimentaria.

Esto podría considerarse una prueba de buena salud y las asociaciones hoteleras recomiendan a los establecimientos a tomar medidas casi detectivescas para almacenar pruebas.

Otro ejemplo: controlar con una tarjeta los accesos a los restaurantes del hotel. O llevar un registro del consumo de bebidas de cada cliente. También se pide a las camareras de piso que hagan informes más detallados de cada habitación.

"Se registra si el cliente estaba en la habitación cuando ha llegado el servicio de piso a realizar las tareas de limpieza, si no estaba, si hay alguna evidencia de algún tipo de enfermedad", explica Nuria Montes, Secretaria General de HOSBEC.

Si el turista al llegar a su país denuncia al hotel por una intoxicación alimentaria, pero el hotel se ha guardado un control de su actividad esos días, ya tiene una prueba.

Según añade Montes, podría "llevarlo incluso a los juzgados y tribunales españoles por un delito de estafa, si se logra demostrar que efectivamente están haciendo este tipo de declaraciones con ánimo de defraudar y perjudicar económicamente al hotel", según ha contado Nuria Montes.

Mohamed Derba, del Ponderosa Aparthotel Lanzarote, ya lo ha hecho. Es el pionero en abrir un puente aéreo judicial España-Reino Unido. "Me denuncian, les denuncio", afirma él.

Es el primer hotelero en responder a una denuncia de intoxicación con dos demandas, una para el cliente y otra para su abogado por un delito de "extorsión y estafa en grado de tentativa". Es el primero en escenificar el plante del sector hotelero.

Pablo González, gerente de la Asociación Hotelera 'Ashotel' ha aseguro que " el sector hotelero español no está dispuesto seguir pagando por algo que obedece a una trama mafiosa".

Porque más del 90% de las reclamaciones de turistas británicos son fraudulentas, cuestan 60 millones de euros al año, y este verano se espera que aumenten.