Teresa Vallejo, una ganadera de Cantabria, tiene miedo a que sus crías de ternera acaben como Asturiana, que fue atacada hace unos días. "Cuando llegué la vaca estaba tumbada y los buitres encima. La ternera ya estaba muerta", explica Teresa.
Los buitres, habituales carroñeros, tornan cada vez más en depredadores y sobre todo lo hacen en esta época del año, cuando sus polluelos tienen más hambre y es época de parto del ganado. "Van a por la placenta del animal y si el ternero está débil, van a por él", explica otro de los ganaderos afectados.
El origen se encuentra en el cambio de normativa tras la epidemia de vacas locas, cuando la ley obligó a retirar del monte a todos los animales fallecidos. Y sin carne muerta que comer, el hambre les obliga a atacar. Pedro Gómez, presidente de Asaja Cantabria, cuenta que se ha tenido que hacer con tres mastines para cuidar a sus vacas, aunque es una medida insuficiente cuando los atacantes son hasta 100 rapaces.
Por ello los ganaderos piden una medida provisional, que puedan dejar a sus reses muertas en el monte durante los meses de primavera y verano, aunque de momento la Unión Europea les da largas y los ganaderos siguen mirando al cielo con temor a ver otra bandada.