Euforia y alegría que estalla en abrazos y en gritos son algunas de las imágenes que se pueden ver en las embarcaciones llenas, en su mayoría, de jóvenes marroquíes poco después de partir rumbo a España. Se graban con sus propios móviles, sonríen y saludan a cámara mientras cargan con sus recuerdos, pero también con la ilusión por un futuro que esperan que cumpla sus sueños.

Esas risas contrastan con caras de cansancio y cuerpos desnutridos de otros muchos para los que ha sido una odisea de meses llegar hasta su destino. Según algunos expertos, las imágenes de alegría podrían alentar a otros jóvenes a emprender el mismo camino. Ignacio Cembrero explica que "esto que circula mucho por las redes sociales puede ser un reclamo para aquellos que se quedan en tierra".

Pero la travesía es dura y muchas veces la ayuda llega demasiado tarde. En lo que va de año, más de 300 personas han muerto intentado llegar a España, según la Organización Internacional para las Migraciones. Muchos de ellos eran niños.

Las ONG aseguran que no hay efecto llamada, sino efecto escapada. José Palazón, de la Asociación Pro Derechos de la Infancia de Melilla, cuenta que lo que existe es "el efecto irte; se van porque no tienen más remedio".

Muchos consiguen el objetivo de llegar, aunque no siempre en la mejor de las condiciones. En las últimas fechas hemos visto por primera vez cómo un grupo de migrantes desembarcaba de una narcolancha y cada una de sus caras grabadas es una prueba de vida por la que alguien cobrará dinero.

Ya no solo las mafias explotan su drama, también lo hacen los traficantes de drogas.