No se ven a simple vista, pero hay hasta 14 tipos distintos de antibióticos en las aguas fluviales que transcurren cerca de las grandes ciudades.

Según los expertos, nuestra salud está en juego, ya que puede puede provocar la aparición de nuevas bacterias resistentes e incluso perder su eficacia.

Benito Almirante, médico del Servicio de Enfermedades Infecciones del Hospital Vall d'Hebron, ha advertido de su peligrosidad: "Hay antibióticos de uso común; y si esa bacteria se vuelve resistente es imposible usar este antibiótico".

La Trimetoprima, utilizado contra infecciones urinarias, está entre los más detectados. En 307 puntos de los más de 700 analizados. Y ojo porque otros como la Ciprofloxacina, empleado también en infecciones bacterianas, supera el umbral de seguridad en medio centenar de ríos. Son datos del primer estudio que se realiza a escala internacional en 72 países.

Desembocan por medio de dos fuentes: a través de vertidos que pueden ser urbanos o procedentes explotaciones ganaderas y también a través del consumo humano. Este último es el principal problema en países desarrollados, ya que las depuradoras no filtran estos compuestos.

Por ejemplo, en España, en 2013 se detectaron hasta 15 antibióticos en el río Ter. Sara Rodríguez Mozaz, investigador científico del ICRA, ha asegurado que "en muchos de ellos, la concentración de antibióticos aumentaba después de la descarga de la depuradora".

Como solución, los ecologistas reclaman cambios en las recetas, ya que hay medicamentos biodegradables; y mejorar los sistemas de depuración.