Aunque a estas alturas del año las fincas de Burgos deberían estar cubiertas de un manto verde, no hay ni rastro de trigo. La culpa es de los conejos, que según los agricultores, están arrasando estos campos del norte de Burgos. "Si este fruto tendría que tener 6.000 kilos la hectárea, puede quedar en 4.000", asegura Juan José García, agricultor.

Incluso en algunos campos, cifran las pérdidas en el 50%. Susana Pardo, de la Unión de Campesinos de Burgos, asegura que el conejo "se come el cereal y aunque vuelva a rebrotar hay zonas en las que no rebrota nada y supone unas pérdidas de un 50%".

Prohibida su caza desde enero, por la suspensión por la justicia de la ley regional de caza y a la espera de que se vuelva a permitir, su población sigue creciendo. "Un conejo puede procrear tres o cuatro veces al año, cuatro crías a la vez y es fértil a los tres meses", denuncia Carlos Somavilla, concejal de Medio Ambiente de Villagonzalo de Pedernales.

Los taludes de las líneas férreas y de autovías son los lugares favoritos de los conejos para construir sus madrigueras. Están apenas un paso de los cultivos y protegidos de sus depredadores por vallas. Por eso piden también permiso para poder actuar en estas zonas y evitar, dicen, que acaben con su medio de vida.