Una o varias personas entran de madrugada en una gasolinera y matan al dependiente, Juan Holgado, con 30 cuchilladas. Se llevan 70.000 pesetas y varias botellas de whisky. La investigación policial empieza mal porque dejan entrar a los periodistas a grabar las imágenes de la escena del crimen, que queda contaminada.

La búsqueda de huellas y pruebas se hace sin guantes, ante las cámaras y con decenas de personas entrando y saliendo. Y aunque cuatro personas acabaron en el banquillo, el juez les absolvió por falta de pruebas.

Entonces entra en acción Francisco, el padre. Se compra una peluca, calcetines blancos, vaqueros desgastados y una grabadora. Se convierte en 'Pepe el gitano' y se hace amigo de los sospechosos de matar a su hijo. Les graba conversaciones supuestamente reconociendo el crimen y consigue que se repita el juicio, pero les vuelven a absolver.

Luego camina de Jerez a Madrid, pega carteles, recurre y con su insistencia logra abrir la investigación hasta cinco veces, y otras cinco veces se cierra sin culpables. Ahora, más de dos décadas después, se archiva la causa, pero Francisco y su mujer, seguirán a pesar de los años.

"Van a recurrir al Constitucional y a Estrasburgo, que se siga adelante porque hay que agotar todos los medios", afirma el abuelo de la víctima. "Mientras que dios me de fuerzas para poder levantarme y salir a la calle a defenderlo, voy a seguir defendiéndolo", asegura la abuela.

Aseguran que aún hay huellas dactilares y ADN por identificar.