Con la misma ilusión, y las mismas ganas, que prepara la habitación de su hija que nacerá en octubre, se sometió, a sus 62 años, a un tratamiento de fecundidad con embrión congelado.

Sin miedo, dice Lina, porque ya tuvo a su segundo hijo a los 52, con un método similar. "Si la naturaleza humana te hace este regalo es por algo", asegura.

Está convencida de que puede con todo. También ha sacado adelante a su primer hijo, con una parálisis cerebral que, asegura, le produjo una amniocentesis innecesaria y que le ha llevado a librar una larga batalla en los tribunales.

Lina prefiere ignorar las críticas de los que la tachan de irresponsable y de los que piden que las mujeres no puedan someterse a tratamientos de reproducción asistida después de los 50, porque, ahora no hay ley que lo impida.

Sostienen que se multiplican los riesgos fetales, de que el bebé sea prematuro y de que la madre sufra problemas muy graves.

En España sí hay límites para la donación de esperma y óvulos y para adoptar. La diferencia entre adoptante y adoptado no podrá superar los 45 años.