Una larga cadena humana se pasa cubos rebosantes de algas en la ría de Arousa, en Pontevedra. Allí, a las mariscadoras no les queda otra que organizarse para limpiarlas, porque las algas se acumulan y amenazan al marisco y, con él, su modo de vida.
El problema, según explican, es que no se quedan flotando, sino que se estancan y matan al marisco, asfixiándolo. "Se acumula, entonces no lo deja respirar", detalla Mónica Núñez. Quienes participan en esta labor de limpieza son, en su mayoría, mujeres de la cofradía de A Illa de Arousa.
Y es que las pérdidas pueden llegar a ser millonarias. De acuerdo con Juan José Rial Millán, patrón mayor de la cofradía, entre un 15 y un 20% del marisco muere como consecuencia de las algas y los depredadores que hay en el mar. Además, advierte de que, con el paso de los años, las algas están aumentando con el cambio climático.
Si no hicieran estas limpiezas -dicen- no tendrían marisco, por lo que se ven obligadas a realizar este duro trabajo, en el que participan personas como Rosa Fernández: "Yo voy a tener 64 años. Es duro porque tienes que coger el azadón. Tenemos que cavar por lo menos dos o tres horas", relata.
Una extenuante labor que realizan agachadas y al sol, que requiere un importante esfuerzo físico y tienen que realizar varias veces a la semana, sobre todo en verano, cuando se acumula más cantidad, según explica Rosario González. En ocasiones cuentan para ello con la ayuda de un tractor para que no tengan que caminar tanto por este complicado suelo y para el transporte.
En un día, pueden llegar a recoger numerosos kilos de algas, pero son pocas las almejas que pueden recuperar. Un contexto en el las mariscadoras lanzan, además, una petición a quienes acuden a la zona de vacaciones: "Que la gente que venga a veranear que por favor no nos robe el marisco".
En este sentido, Núñez advierte de que no se puede comer sin más, sino que "tiene que ir a depurar" y recalca: "Somos muchas familias que vivimos de esto".
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