"Yo llegué a Madrid con dos maletas, una mochila y 50 euros en el bolsillo". Dejar un hogar para empezar una nueva vida en otra ciudad no es sencillo. Así lo cuenta Allen, que se mudó a la capital desde Segovia para intentar huir de la discriminación por ser hombre trans. Pablo hizo lo mismo desde un pueblo de Soria a Madrid: "Lo haces para ser tú y muchas veces piensas 'ojalá pudiera serlo aquí, en mi hogar'".

Sus entornos no los aceptaban por ser transexuales. "Hubo episodios de violencia verbal, de violencia física por parte de mi hermano. Incluso amenazas de muerte", relata Allen. Es lo que se conoce como 'sexilio'. Ocurre cada día y obliga a muchos miembros del colectivo a huir de sus entornos para poder ser quienes realmente son.

"Da vértigo y también un poco de soledad, porque aún habiendo mucha gente, es gente desconocida", sostiene Pablo.

La ley Trans, aprobada este jueves en el Congreso, recoge por primera vez el término para estudiarlo y tratar de combatirlo. Otra de las patas de la ley busca evitar la falta de tratamientos hormonales y evitar episodios como el que sufrió Martina, que tuvo un bache en su transición para ser realmente quien era. "Antes vivía una simulación, una vida que no era la mía", relata.

El principal eje de la norma es la autodeterminación de género: es decir, no serán necesarios informes médicos ni psicológicos, pero sí autorización judicial o paterna desde los 12 hasta los 16 años.