Una ricura a la vista, para el paladar, pero cada vez menos para el bolsillo de quienes los crían. Traen corderos de Nueva Zelanda, de Italia y de Francia, los matan aquí y los venden como si fueran de aquí. Los ganaderos de Castilla y León no pueden competir contra eso.

Es el gran fraude del lechazo, frente al que Antonio se siente indefenso. "No podemos competir con los precios de los que vienen de fuera. Yo le intento apretar a el que me lo quiere comprar, para que suba el precio. Pero no puede ser, él luego tiene que competir con las carnicerías", explica Antonio de las Heras, ganadero.

Piden que se controle su trazabilidad y mayor transparencia en el etiquetado. "La calidad de esa carne es muy inferior a la nuestra, al final el consumo se desploma y lo que hacemos es perder población activa agraria y sobre todo ganaderos", explica Jesús Manuel González, Coordinador de la Unión de Campesinos de Castilla y León.

Una competencia desleal en el negocio del lechazo que ya ha provocado que en los últimos cinco años el 35% de las explotaciones ganaderas hayan tenido que cerrar. Visitamos varios mercados y ni rastro del origen, a no ser que preguntemos.

A la hora de comprar lechazo, los ganaderos recomiendan preguntar y con detalles porque algunos lo venden como de Castilla y león, pero en realidad es lechazo sacrificado en Castilla y León. Quieren que siga siendo una cuestión de confianza pero teniendo siempre toda la información del producto.