El mundo rural resiste

El lazo invisible que une a los pueblos y en la ciudad ya no existe: "No cambiaría a mis vecinos por nada del mundo"

El contexto Más de la mitad de las personas no conoce a sus vecinos en las grandes ciudades. Sin embargo, la vida en los pueblos está marcada por unas relaciones sociales mucho más cercanas y cómplices.

El lazo invisible que une a los pueblos y desapareció en las ciudades: "No cambiaría a mis vecinos por nada del mundo"

Más de la mitad de los españoles no conoce a sus vecinos. De hecho, muchos ni siquiera saben quién vive al otro lado de la pared. Pero este es un fenómeno principalmente urbano, ya que en el mundo rural la realidad es bien distinta.

En los pueblos, casi todos los vecinos se conocen y, a diferencia de las grandes urbes, todos se saludan al cruzarse por la calle. "De esta plaza puedo conocer al 80%", asegura una vecina de Pontedeume (Coruña). De hecho, lo extraño en el mundo rural es que no te suele una cara, por eso, los forasteros son fáciles de identificar: "Los ves pasar y dices: 'igual no son de aquí'".

Esta cercanía se traduce en una relación más cercana, más fluida e incluso diaria, hasta el punto de que hacer planes con los vecinos es lo más habitual. "Quedamos casi todos los días para tomar un café", relata otra mujer de Pontedeume.

Pero si algo caracteriza a los pueblos es el uso de los motes. En muchos núcleos pequeños, los vecinos no se conocen por sus nombres, sino por ese apelativo que alguien les puso algún día y que no se ha perdido. "Aquí seguimos conservando los apodos que nos pusimos hace años", relata Clara, una vecina de Orrius, Barcelona, un pueblo de apenas 800 habitantes.

Esta complicidad también se traduce en colaboración, ayuda y favores mutuos. Buena prueba de ello es lo que sucede en Mondéjar (Guadalajara), donde los vecinos se prestan incluso el coche para acudir al hospital o a hacer la compra. "Alguna vez incluso les he pedido dinero", relata Cris.

Y esa relación, esa cercanía, es la que hace que muchos vecinos, como Sagrario, no se planteen abandonar el pueblo bajo ninguna circunstancia. "No cambiaría mi relación con los vecinos del pueblo por nada, es mi vida", asegura. Porque en los pueblos, por mucho que pasen los años, la vida sigue siendo más tranquila, más cercana y más humana.