El trabajo del defensor del pueblo empieza con la falta de alquiler social, una de las denuncias más habituales que ha recibido de los ciudadanos. Otra es una tendencia que sigue al alza: la venta de pisos públicos a empresas privadas que encarecen los precios.
La siguiente gran queja se recorta y viene envuelta en papel farmacia: el copago de medicamentos. Se trata de personas en pésima situación económica que siguen pagando lo mismo por sus recetas que un trabajador en activo.
En educación, el defensor del pueblo ha seguido recibiendo muchas quejas sobre la insalubridad de los centros educativos, sorprendiendo las abundantes denuncias sobre el adoctrinamiento ideológico de algunos colegios.
Conseguir plaza en una residencia pública o concertada para personas mayores es casi una lotería. Otra de las carencias ataña a los dependientes que viven en su casa, que han notado un empeoramiento de la teleasistencia telefónica: tardan mucho y el servicio no mejora.
El defensor del pueblo pide también que los maltratadores no puedan ver a sus hijos. Alguien que pega a su pareja, dice, nunca puede ser buen padre.