Un dintel, la entrada a una vivienda, patios y calles donde hasta hace nada se disfrutaba del verano ahora están devoradas por el fuego en una urbanización de Gandía.

Hubo un instante en el que quiénes habían sido desalojados de este lugar pensaron que podrían regresar pronto, pero el viento cambió y se levantó una lengua de fuego que describen como un huracán y que llegó durante la noche a urbanizaciones cercanas a Gandía.

"Primero sintieron como los muebles de las terrazas les salían volando porque todo empezó con un fuerte viento", cuenta Diana Morant, alcaldesa de Gandía. Llamas que parecían paredes y que obligaron a mover un punto de mando que había quedado tan solo a 300 metros.

La localidad de Pinet se quedaba vendida mientras sus vecinos apuraban todo lo que podían para marcharse en mitad del humo. Con ellos ya son más de 3.000 evacuados y miles de hectáreas quemadas y la clave es perimetrar el fuego antes de que avance hacia las zonas más pobladas del este.

Pero trabajar en esta zona con el viento rolando y un terreno reseco porque ha llovido la mitad de lo debería es el 'vía crucis' de cualquier bombero. Ha empezado a soplar el levante y eso puede traer humedad, pero también se podría reavivar el frente del oeste y volver a amenazar la zona de Pinet.