Los dos guardias civiles fallecidos durante una operación contra el narcotráfico en Cádiz son las dos últimas víctimas mortales de una lucha que, desde 2016, se ha cobrado al menos 12 vidas en las aguas de nuestro país, la mayor parte de ellas en el Estrecho de Gibraltar.
Los narcotraficantes han conseguido crecerse en algunos puntos de la costa gaditana al conocer que son superiores en medios y contar con cierta simpatías entre una población golpeada por la precariedad que ha generado cierta simpatía hacia este tipo de delincuentes, generando el combo perfecto para que los narcos se expongan a actuar incluso a plena luz del día.
Lo acontecido el pasado viernes, cuando dos guardias civiles murieron tras ser embestidos por una narcolancha en el puerto de Barbate, es un claro ejemplo de ello. Los narcotraficantes, confiados, desafiaron a las autoridades e incluso se enfrentaron a ellos hasta el punto de pasarles por encima y acabar con la vida de dos agentes.
Además, por equipamiento, las narcolanchas juegan a favor en este tipo de persecuciones, y no dudan en enfrentarse a las embarcaciones policiales. Eliud Vega, Presidente Movimiento Reacciona, asegura que comienza a ser algo habitual: "Ofrecen una mayor resistencia a la detención, cada vez nos embisten con vehículos de alta gama. Disparan a bocajarro contra nuestros agentes".
Los delincuentes actúan de forma cada vez más descarada, e incluso operan a plena luz del día y desembarcan sus cargamentos en playas llenas de gente. "Son clanes muy organizados al estilo de un cártel y corremos peligro de perder el estado de derecho en esta zona", ha explicado Agustín Leal, portavoz de la asociación profesional Justicia Guardia Civil (JUCIL), que afirma que tienen un perfil más combativo y organizado.
De hecho, algunas grabaciones ya muestran cómo en las persecuciones se resisten, protegen y se aferran a la mercancía antes de tirarla por la borda.. Un nuevo modus operandi que deja seña en una de las rutas de entrada de droga más transitada de Europa.