Eboney Cheshire, una niña de 13 años de Reino Unido, falleció por sobredosis de éxtasis las pasadas navidades. Su madre, Kerry Williams, llegó de trabajar y vio a la menor tumbada en el sofá con el móvil, según publica el diario 'Liverpool Echo'.

Fue entonces cuando ambas empezaron a discutir por el estado en el que estaba la casa. La adolescente cabreada se marchó a su habitación y su madre se puso a hacer las tareas del hogar.

Cuando terminó de recoger, se puso una película y al irse a la cama escuchó un ruido que provenía de la habitación de Eboney. En principio pensó que a lo mejor a su hija se le había caído el móvil pero de nuevo escuchó el ruido. La mujer salió corriendo a su cuarto porque sabía que algo estaba pasando y vio a su hija convulsionando.

"Estaba en la oscuridad con su pijama. Su teléfono estaba en el otro extremo de la habitación y sus ojos se le iban. Estaba teniendo un ataque", explica la madre, que cuenta cómo los médicos hicieron lo imposible por estabilizar a la pequeña.

Cuando Eboney llegó al hospital, su madre se desmayó. Cuatro horas después, la niña había fallecido.

Meses después, las pruebas han revelado que la causa de su muerte era toxicidad por metilendioximetanfetamina, comúnmente conocida como éxtasis. Sin embargo, la Policía no encontró rastros de droga en la habitación de la menor.

Una cámara de vigilancia grabó a la adolescente comprando comida y bebida en una tienda horas antes de su muerte, momento en el que cree que Eboney pudo estar en contacto con la droga. Ahora, Kerry Williams quiere saber qué pasó realmente con el fin de encontrar respuestas que podrían prevenir más muertes.

Además, lamenta cómo fueron los últimos momentos con su hija. "¿Por qué mis últimas palabras no fueron 'Te amo' antes de que se fuera a la cama?", se pregunta.