Richard Shepherd, uno de los forenses que participó en la investigación de la muerte de la princesa, ha revelado en su nuevo libro que la herida –una vena desgarrada– que sufrió en el accidente no le habría provocado la muerte de no ser porque estaba en el lugar equivocado, escondida en lo profundo de su pulmón.

Al contrario que las arterias, explica Shepherd, "las venas sangran mucho más despacio; tan despacio que identificar que la princesa sufría ese problema solo fue posible cuando ya era demasiado tarde".

En el libro, afirma que, lejos de teorías conspiranoicas, la causa del fallecimiento fue "una herida pulmonar muy pequeña", por lo que el forense destaca que si la princesa hubiera llevado el cinturón de seguridad podría haber salvado su vida. "Alrededor de esa diminuta y fatal herida en la vena pulmonar, sin embargo, hay muchos otros hechos, algunos de los cuales son lo suficientemente opacos como para que florezcan todo tipo de teorías".