Más de dos años después de su detención, Antonio Ortiz, el presunto pederasta de Ciudad Lineal, se sienta en el banquillo. Acusado de cuatro secuestros y cuatro abusos sexuales a menores, Ortiz ha escuchado el relato de los hechos según los policías encargados de la operación que terminó con su arresto.
La descripción de las testigos protegidos fue fundamental para dar con él. Según los agentes, Ortiz hablaba a las víctimas de "hacer una broma a un familiar", una táctica que había empleado en 1998, cuando fue condenado a pasar nueve años en prisión por abusar también de una menor.
El testimonio detallado sobre la vivienda donde supuestamente se cometieron dos violaciones también fue clave, ya que se presentaron "detalles difíciles de encontrar todos juntos", según la Policía. "Pocas casas hay con ocho plantas, dos gálibos, uno de entrada, uno de salida...", explica una agente.
La Policía estableció durante meses nueve líneas de investigación, pero las descripciones sobre las características físicas del supuesto agresor apuntaban a Ortiz. "Venas muy marcadas y cuestiones que indicaban que posiblemente se trataba de una persona relacionada con el mundo del culturismo", indica un agente.
El sospechoso cambió su forma de actuar a medida que la prensa se hacía eco de sus presuntas violaciones. Al principio, el móvil estaba encendido en todo momento, pero después no.
En total, 97 testigos entre los que se encuentran doctores, psicólogos o familiares de las víctimas, pasarán por la Audiencia Provincial de Madrid hasta el 15 de diciembre.