Una muestra entre la convivencia entre el ser humano y la naturaleza es Inés Luengo, la única cabrera del noroeste peninsular a la que encontramos donde el Duero separa España de Portugal. Ella misma nos cuenta cómo empieza su día: "Ordeño a las cabras, las saco por el campo y ya todo el día por ahí".

A su cargo lleva un rebaño de 92 cabras, de las cuales sabe distinguir a todas y cada una tiene su nombre. A pesar de lo que pueda parecer, normalmente ordeñarlas es un alivio para ellas y por eso son los propios animales los que suelen ir solos a que los ordeñen porque les duelen las ubres.

Con un rebaño de casi 100 ejemplares, uno de los trabajos más duros es agruparlas y para ello hay trucos de todo tipo. Un ejemplo es que es capaz de imitar el sonido de las cabras para mantener al rebaño unido porque si se quedan solas, se pierden y no saben donde van.

Cada ejemplar es muy valioso para la ganadera y para el ecosistema porque ayudan a mantener la biodiversidad y el bosque limpio para evitar incendios.