Una ola de tornados azota el interior de los Estados Unidos. Dos ingredientes son los principales culpables de alimentar este fenómeno: el aire frío y seco que normalmente se cuela de las montañas rocosas y el aire cálido y húmedo que llega desde el Golfo de México.
Los cazadores de tornados están de enhorabuena: desde 2011 no se daban unas condiciones tan perfectas para la formación de uno de los fenómenos meteorológicos más devastadores del planeta.
De momento, han podido observarse en las llanuras norteamericanas los que han llegado hasta 218 kilómetros por hora, pero en las próximas horas podrían darse los más destructivos, pudiendo alcanzar los más de 500 kilómetros por hora.
En el interior de Estados Unidos, sobre todo en Nebrasca, los tornados se han podido vivir desde el interior: allí se ha probado una nueva técnica de estudio basada en volar con drones hasta el interior de los tornados, pero la aeronave ha acabado estrellada contra el suelo.
De Nebrasca a Oklahoma, donde la fuerza del viento volcaba un camión y el granizo golpeaba con tanta fuerza que hacía daño. Los tornados también han dejado estampas desoladoras en Tejas, Colorado, Arcansas, Oregón o Dakota del Norte, porque la temporada de tornados ya está a pleno rendimiento.