Salimos del puerto con Miguel Ángel, que pertenece a una tercera generación de pescadores, a buscar sepia de trasmallo. Se trata de un tipo de pesca que se hace con una red que se cala en el fondo, y "cuando la sepia nada ahí, pues se lía", explica Miguel.

Su barco es uno de los pocos que aún hace trasmallo en Benicarló, pero están teniendo problemas. "La administración tendría que apoyar más al sector del trasmallo, que es una pesca artesanal", cuenta.

Se quejan de que cada año hay menos cuotas y más trabas para un arte que califican de "respetuoso". Los que la practican explican que es una pesca que "va más al fondo y es más selectiva".

Los pescadores recogen 4,5 km de red; son tres mallas unidas que forman una pared vertical debajo del agua en la que la sepia y otros peces quedan atrapados. Aunque a veces, se cuelan especies no deseadas como el cangrejo azul, que les rompe las redes.

"El año pasado pillamos siete u ocho cangrejos y este año el máximo está en 500 kilos", cuenta un pescador. Se quejan de que la administración tarda mucho en tomar medidas, ya que "una hembra pone un millón de huevos, y eso es una brutalidad", indica, porque es un crustáceo que devora todo lo que se encuentra a su paso.

El restaurante de Raúl se nutre de lo que traen a puerto estos pescadores. De todo menos de cangrejo azul. "Es un producto que no toco porque viene de fuera y es un producto invasor. Lo uso como plato, lo vacío como si fuera un centollo, y emplato dentro de ese caparazón", explica.

El resultado es un plato muy simbólico: un cangrejo azul y, en su interior, una de las especies que está devorando.