La OMS, por primera vez, ha analizado cómo afectan las pantallas a los niños y ha dictado sentencia: "El tiempo expuestos a las pantallas debe ser menor a una hora, y aún menos es mejor".

Los menores de 1 a 4 años no deben estar más de una hora mirándolas, mientras los bebés de menos de un año no deben directamente tener contacto con ellas, ni tabletas, ni móviles, ni televisión.

Les roba horas de sueño, de imaginación y de ejercicio físico. Según, Javier Marcos Hurtado, pediatra del IMQ, "por el abuso de las pantallas hay un aumento de la obesidad y el sedentarismo". Ahí está la clave: el comportamiento sedentario se establece en los primeros años de vida, lo mismo que las rutinas de sueño.

Por eso, todas estas horas así deben transformarse en ejercicio físico y juegos al aire libre, libres de estímulos digitales.