Presente en parques y plazas, en fuentes y estanques y en todas las viviendas. Hubo un tiempo en que para llegar hasta la capital, el agua debía recorrer un largo viaje, un viaje de agua, como se conocía y se sigue conociendo a este antiguo sistema de suministro hídrico.

Son galerías que recogen el agua del subsuelo, tienen una cierta pendiente longitudinal y la van transportando a los depósitos", explica Cecilia Briones, jefa del departamento de Servicios Hídricos de la Comunidad de Madrid.

Desde la sierra madrileña, el agua se iba filtrando y almacenando en acuíferos para después se canalizarse hasta llegar a la ciudad para abastecer fuentes públicas, casas, aljibes y huertas.

En la actualidad, aunque ya en desuso, los viajes de agua siguen en pie bajo tierra. Y uno de ellos, el viaje de Amaniel, ha sido restaurado para poder visitarlo.

Lo primero que hubo que hacer fue eliminar todos los fangos y raíces porque el sistema hidráulico estaba completamente aterrado, no circulaba el agua", ha continuado explicando Briones.

Canalizaciones conectadas por galerías en un viaje de agua que sigue vivo después de 400 años de historia, tal y como se puede ver y tocar en algunas paredes por las que sigue filtrándose el agua.

Un bien muy preciado, el agua, que motivó a Felipe II a trasladar la Corte a Madrid y que hizo cambiar la historia. "Otras poblaciones donde había estado la capital tenían mucha agua, Madrid no, Madrid sólo se podía servir de los viajes de agua y eso fue lo que le permitió ser capital", explica Luis Díez, vecino y miembro de AA.VV, 'San Nicolás, Dehesa de la Villa' .

También en la superficie perviven hoy día más restos de antaño: los llamados capirotes, las piedras que cubrían los pozos por los que se accedía a las galerías. Una muestra más del valor histórico de estas arterias centenarias por las que un día circuló la savia que alimentó a Madrid durante siglos.