En 1996 a alguno le dio
por esquiar en el paseo de la concha de San Sebastián. Fue una nevada
excepcional con camiones abandonados durante días en las cunetas. Casi todo el
Cantábrico incomunicado, pero aun así la gente cogía el coche, pasara lo que
pasara, pero entonces, lo de dormir en carretera nos lo tomábamos con mucha más
calma que ahora.
La ola de nieve más
larga desde que hay registros fue en 1956, duró 23 días, provocó 1.000 muertos
y récord histórico de 32 grados bajo cero en Estangento, en Lleida.
El último temporal con
graves consecuencias fue en Cataluña en 2010, cuando la nieve tiró 33 torres de
alta tensión y dejó sin luz a 220.000 personas. Muchos estuvieron casi una
semana sin electricidad ni calefacción. Las tiendas, cerradas, tiraron el
género que se les pudría.
En Barcelona miles de
personas no pudieron volver a casa del trabajo. El metro abrió toda la noche
para que se refugiaran allí y 250.000 niños se quedaron sin clase. La indignación fue total, pero apenas tuvo
consecuencias políticas.