Con el tráfico a pequeña escala se codea el dirigido por verdaderas tramas criminales perfectamente estructuradas que extienden sus tentáculos, además de en España, por países como Bulgaria, Rumanía, Polonia, Portugal o Reino Unido.

Contra estas organizaciones lucha el grupo de Delincuencia Económica de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, como explica el capitán Carlos Gallego, quien resalta que sin la cooperación policial bilateral y la colaboración de organismos como Europol, Eurojust o la oficina europea de lucha contra el fraude, la OLAF, no sería posible obtener tan buenos resultados.

Mientras se sucede un goteo de operaciones de menor calado en toda España, la UCO, como unidad central, pone el foco en las grandes redes y, así, ha conseguido desenmascarar algunas organizaciones que trafican con cantidades nada despreciables de tabaco, sobre todo de marcas blancas.

El capitán recuerda que en nada ayuda que en mucha parte de la sociedad esté "bien visto" el contrabando, que ha crecido durante la crisis porque el menor poder adquisitivo ha abocado al consumidor a comprar marcas blancas ilícitas. De hecho, según datos de la empresa Ipsos, este tráfico ilegal ya supone el 9,2% del consumo total.

A pesar de la lucha policial, el contrabando no cesa y, como subraya el agente de la UCO, en España se detecta un auge del consumo de marcas blancas procedentes del exterior, sobre todo de países del Este, y que se han ido introduciendo poco a poco en nuestro país, hasta el punto de que ya son muy consumidas.

Un incremento que se justifica en el precio, ya que su venta legal rondaría los cuatro o cinco euros por cajetilla, pero si es de contrabando se puede adquirir por dos o 2,5 euros porque los traficantes evaden el alto impuesto con el que está gravado el tabaco en España y otros países comunitarios y juegan con un margen de beneficio considerable.

El tabaco en sí mismo es nocivo, pero el que llega de contrabando, o por lo menos una parte importantísima, no ha pasado ningún tipo de control sanitario y lo es aún más. Los contrabandistas lo saben y no lo consumen, como han constatado los investigadores en los seguimientos a estas redes, explica Gallego.