Tras casi un año hospitalizado por coronavirus, Antonio ha podido abandonar al fin el hospital, entre los aplausos de los sanitarios que le han cuidado durante meses. Emocionado, ha agradecido a su séquito de "ángeles de la guarda", como él les llama, las ovaciones por su alta y, sobre todo, que le hayan salvado la vida.

"Maravillosos todos", agradecía al abandonar el centro hospitalario. "Ahora a vivir y a disfrutar, Antonio, ¿vale? Con tu familia, con tus hijos y con tus nietos", le deseaba por su parte una de las profesionales sanitarias del centro.

En casa, le esperaba una tierna pancarta de bienvenida de sus nietos: "Yayetín, ¡lo mejor de todo es que por fin has salido! Para nosotros eres un gran héroe", reza el cartel que le han dedicado. "Estamos muy orgullosos de él", afirma su hija.

"Tenía unas ganas inmensas de salir", confiesa Antonio, que, tras 11 meses ingresado, ardía en deseos de llegar a casa y comerse unos buenos huevos fritos con patatas, según relata su mujer, Encarna.

Después de 324 días entre dos hospitales, intubaciones y más de dos meses en la UCI, a Antonio aún le falta mucha movilidad, pero le sobran las ganas. "Todavía no puedo andar bien, doy algunos paseíllos aquí en la casa", explica, revelando que tiene muchas ganas de "salir a la calle y jugar una partida al dominó con los amigos del barrio".

Ahora, ha llegado al fin el momento de empezar a cumplir promesas, como la que le hizo a José Luis, anestesista del Hospital Virgen de la Victoria de Torremolinos. "Me prometió que iba a volver otra vez a bailar con su mujer en Huelva, que era lo que él estaba haciendo una semana antes de que todo esto pasase", explica el sanitario. Es, al fin, el momento de recuperar el tiempo perdido con los suyos y con el apoyo de los sanitarios, que le van a echar de menos.