En los bajos de un coche, dentro de los sillones, sin espacio para respirar, dentro del motor e, incluso, escondidos en los parachoques: la Guardia Civil y la Policía Nacional cada año rescatan a decenas de personas escondidas en sitios realmente peligrosos.

La imagen de Adou, el niño dentro de la maleta removió conciencias. Los padres de este niño de ocho años intentaron desesperados que su hijo viajara a España, un viaje que acabó con una multa al padre de 92 euros.

La desesperación por huir de la pobreza la aprovechan las mafias que trafican con personas como si fueran mera mercancía, como, por ejemplo, el caso de unos migrantes a los que les cobraron 4.000 euros por esconderse en los bajos de un vehículo, pasando horas inhalando el humo del motor. Todo ello para huir de un futuro incierto, que se puede truncar de camino al nuevo país.