La pandemia ha disparado el número de talleres ilegales y son ya cerca de 9.000 en toda España. Operan en negro, muchas veces en garajes de viviendas o lugares de difícil acceso y utilizan en ocasiones piezas de desguace.

Muchos de ellos se publicitan en Facebook sin pudor. Desde la Confederación de Talleres de España, su presidente, Enrique Fontán, cuenta que "son prácticamente empresas ilegales que tienen hasta cinco o siete trabajadores, personas que están cobrando el paro y están haciendo otro tipo de trabajos".

Además, no cuentan con la licencia municipal, no usan maquinas homologadas y tampoco tratan adecuadamente los residuos, tirando el aceite y las ruedas rotas en lugares en los que está prohibido.

En cambio, los talleres legales se gastan miles de euros en impuestos y en nóminas, un dinero que los locales ilegales no pagan. La patronal de talleres se encarga de localizarlos en Google Maps y los denuncia a la Guarda Civil.

Suelen estar en bajos de viviendas o alpendres de difícil acceso para evitar inspecciones y son una lacra para quien paga impuestos como Juan: "El taller clandestino hace daño porque trabajan todos los días y a todas horas", explica el dueño de un taller.

Y mientras proliferan este tipo de locales, desciende el trabajo en los talleres legales por los cierres perimetrales y las restricciones de movilidad, que hacen que la gente use menos los coches. Estiman que en 2020 los trabajos han descendido entre un 30% y un 50%.