Con la vendimia, estos meses fluía el empleo, pero el granizo y la sequía han disminuido la cosecha y el trabajo. "Nunca empezamos un 11 de septiembre, porque la vendimia viene llegando siempre a finales de septiembre", ha explicado Óscar González, enólogo de la bodega Vía Romana.

Ese adelanto supone menos días de recolección. En una bodega gallega han pasado de contratar a 40 personas el año pasado, a diez.

La peor parte se la llevan los mayores de 45 años, parados de larga duración o madres solteras. Para ellos, la vendimia equilibraba sus delicadas economías, como la de María Jesús. Su marido, con cáncer, no puede trabajar y ella, ama de casa, ha tenido que buscarse la vida.

Para la fundación Amigos de Galicia, la vendimia era una forma de emplear cada año a parados en riesgos de exclusión. "Estoy deseando que para el año que viene me vuelvan a llamar", ha opinado Blanco.

Este año, en zonas como Ourense, han colocado a un 65% menos de parados. "Tuvieron una mala cosecha este año y sí que notamos que muchas bodegas finalmente no recurrieron a la agencia de colocación porque tiraron de familiares porque la cosecha había sido malísima este año", ha asegurado Paula Chapela, de la fundación Amigos de Galicia.

En Castilla y León y Extremadura, la cosecha ha mermado hasta un 60%. El empleo, aunque temporal, se ha esfumado.