Lavapiés es testigo de protestas de trabajadores manteros senegaleses. Han vuelto a la plaza Nelson Mandela. Lo han hecho por su situación de desamparo: "Todos nosotros somos humanos, no delincuentes por estar buscando una vida mejor". Algunos vecinos han sumado sus voces a la reivindicación: "Hay redadas policiales y persecución".

Las concentraciones también ha sido por el segundo muerto, de 54 años e igualmente senegalés. Sufrió un ictus durante las protestas, pero no fue golpeado por la policía. Por eso, el Ayuntamiento no va a abrir una investigación sobre este caso.

Un día más, otra muerte, la de Mame Mbaye, desencadenante de los disturbios, ha estado muy presente. La autopsia del cadáver ha revelado que el senegalés de 35 años tenía una enfermedad congénita en el corazón. Un defecto cardiaco que probablemente desconocía.

Según la autopsia, su órgano vital estaba muy deteriorado: no correspondía a su edad. Los forenses no apreciaron ningún traumatismo en el fallecido. Sus amigos sostienen que murió por la persecución policial.

"Estoy cansado, me dijo él; de repente me giré y había caído al suelo, la Policía no le golpeó, sólo le hizo correr", ha afirmado en Antena 3 uno de sus amigos.

Pero la actuación de los agentes también está en entredicho por la brutal paliza que recibió Arona, de 38 años. "Estaba allí tranquilamente, me estaba preparando un cigarro; llegaron los policías, uno primero me golpeó y después me caí. Sentí que me recogían como si fuera un saco de basura", ha relatado en El País.

Son muchos los vídeos que reflejan la tensión vivida. En uno publicado por la Policía se ve cómo primero una persona salta sobre los coches y luego otra hasta dejar las lunas rotas. Ambas personas están sin identificar.