El piloto de Air Canada que tuvo que aterrizar de emergencia el lunes en Barajas pidió ayuda a las 16:40. Una hora después, despegaba el caza F-18 que debería evaluar los daños en el tren de aterrizaje. Lo pilotaba Roberto García.
"Yo hablo con el piloto, le pido autorización para juntarme, le explico que me voy a juntar por su derecha", ha explicado este miércoles, cuando ha revelado los detalles de esta compleja maniobra. El piloto del caza comprueba entonces que "aunque la rueda en sí está íntegra, el neumático ha reventado".
A continuación, informa de la situación a la torre de control. "El tren delantero está bien aparentemente, ¿no?", le preguntan. "Está bien y en el trasero solo la rueda exterior izquierda estaba dañada, aparentemente", confirma García.
La maniobra de acercamiento en vuelo, aunque habitual en el Ejército, es peligrosa. "La fase más complicada inicialmente es el juntarse, de la velocidad inicial, juntarse con el otro avión que va a una velocidad más lenta", ha explicado al respecto Javier Salto Martínez-Avial, jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire.
"En general los aviones de combate en el morro llevan un radar. Esto lo que hace es que bloqueas al avión, en este caso al avión civil, para juntarte con él", ha precisado Roberto García, de 32 años, que lleva nueve en el Ala 12 de Torrejón.
"Aunque suene un poco frío, hay una misión y es despegar y ver las ruedas de un avión. No hay más que pensar", ha resumido. 15 minutos de misión, con el resultado de un aterrizaje forzoso y cero heridos.
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