Lleva trece días en paradero desconocido, pero su huida se remonta a un año atrás. En mayo de 2016, Juana Rivas, que por entonces continuaba viviendo con Francesco Arcuri y sus hijos en Italia, decidió pasar las vacaciones en España y no regresar alegando que su expareja le había agredido.

Decisión que tomó, según señaló, después de sufrir una nueva agresión machista por parte de su expareja, condenado a ocho años por maltrato. Es en ese punto cuando comenzó la maraña judicial. "Soy una madre que ha luchado hasta el final por mis hijos", decía Juana Rivas antes de todo el periplo judicial. Dos meses después, Juana interpuso una nueva denuncia contra Frascesco por violencia de género. Una denuncia que, según su abogada, se olvidó en un cajón a la espera de ser enviada a Italia.

En paralelo, Francesco acudió a los tribunales de su país para denunciar que Juana no había devuelto a sus hijos. Una petición que llegó a la justicia española, que resuelvió que los menores debían volver a Italia. Juana recurrió la sentencia sin éxito. Pero ella ya avisaba: "Yo no los voy a entregar". Comenzaron las muestras de apoyo, incluida las de la presidenta de la Junta de Andalucía: "Todo mi apoyo a Juana Rivas en su lucha para proteger a sus hijos", escribía en Twitter la socialista.

La fecha elegida para la entrega de los menores es el 26 de julio. Pero Juana nunca acude: está en paradero desconocido. Su pueblo se vuelca entonces con ella. Y hasta el presidente del Gobierno muestra su solidaridad. "Hay que ponerse en el lugar de esta madre", decía Rajoy.

Mientras, Francesco Arcuri niega el maltrato del que se le acusa. "Nunca he maltratado a mi mujer, nunca", aseguraba. Pero Juana Rivas no se ha presentado en el juzgado. El abogado Ignacio Sanz avisa de que "la posibilidad de que haya consecuencias negativas por no haber atendido a esa orden judicial está sobre la mesa". Una posibilidad que podría complicar mucho el futuro judicial de Juana.