Animar a José Antonio fue la primera reacción de Juan Bolívar, único superviviente de la expedición, cuando vió llegar la ayuda. No imaginaba que el peor momento aún estaba por llegar. "Tras lograr aguantar cinco días, me lo mataron en cinco minutos", dijo emocionado Bolívar en rueda de prensa.

El domingo iniciaron el ascenso del cañón. Gustavo iba el primero, fijando cuerdas, Cuando José Antonio subió tras él. Juan vió cómo los dos montañeros caían, "era como una película". Bolívar consiguió llegar hasta José, estaba gravemente herido pero vivo. Por Gustavo ya no se podía hacer nada.

Juan buscó un lugar donde pasar la noche. Pasó tanto tiempo que perdió la noción. Cada día daba de comer a José Antonio y le hablaba "de su hijo" y "de que conseguiríamos salir".

El sábado avistó a los gendarmes. Le lanzaron una camilla para que colocara a José Antonio, pero Juan se negó. Un rescate chapuza, dijo, que le provoca rabia e impotencia. José Antonio pasó toda la noche sobre el agua, fuera de la vista de Juan. "Yo le oía gritar que se ahogaba, que se estaba ahogando".

A la mañana siguiente, los gendarmes volvieron a intentarlo, y José Antonio volvió a caer al río. Para salir de allí Bolívar tuvo que caminar cuatro horas hasta el pueblo más cercano. Un relato que estremeció a la familia de José Antonio.